A lo largo de sus más de doscientos kilómetros de litoral, Almería despliega su magia y encanto, sobre todo en sus innumerables calas y playas.
Para conocer la costa de Almería tal y como fue, se hace imprescindible visitar el Parque Natural de Cabo de Gata – Níjar, primer espacio marítimo-terrestre protegido de Andalucía, y declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, cuya fama ha traspasado fronteras debido a los contrastes existentes entre el medio marino, el litoral y el terrestre, a las numerosas especies exclusivas que alberga (las aves son muy visibles en paisajes tan atractivos como las Salinas del Cabo de Gata), y a las características propias de uno de los ecosistemas más áridos de Europa. Cuenta con los 50 kilómetros de costa acantilada mejor conservada del litoral mediterráneo europeo.
Junto a los abruptos acantilados, tenemos playas urbanas como la de San José y Aguamarga; playas naturales como Mónsul y Los Genoveses; calas escondidas como Carnaje y Enmedio; y espectaculares acantilados volcánicos y arrecifales para el buceo como Punta de los Muertos y Mesa Roldán. Algunas de las playas, como Cala Rajá, Cala Carbón, Cala de la media Luna, Genoveses o Mónsul, resultan imprescindibles. Y que mejor que descubrirlas a golpe de pala o sobre una canoa o una tabla de surf; o descendiendo desde la orilla hasta perderse entre los enigmáticos fondos marinos y el verdor de su pradera de posidonia.
En la zona costera, más allá de Roquetas, aparecen espacios impactantes como la playa del Castillo de Macenas en Mojácar o la Playa de Cala Panizo, en Cuevas del Almanzora. Todas ellas cuentan con un entorno privilegiado al que ponen el broche de oro enclaves como Carboneras, Mojacar, Garrucha, Vera o Pulpí que despide a los visitantes en la espectacular Playa de los Cocedores, uno de los enclaves más bellos y espectaculares de la provincia en el que mar y arena se funden para no borrarse de la memoria de quienes pongan Almería en el cuaderno de bitácora de sus próximas vacaciones.
Un enclave paradisiaco en el que desconectar de la realidad y fundirse con el medio natural: sus playas cuentan con vegetación, y unos fondos marinos que sorprenden por la visión que presentan a quienes deciden optar por el buceo. Lugares como la Cueva del francés, El Carnaje, Túnel naranja o Los Escullos presentan un atractivo indudable.
Este recorrido por los tesoros de la costa almeriense no estaría completo si no nos adentramos en los impresionantes fondos marinos o la quietud y paz que aportan los citados acantilados, playas y calas. Naturaleza en estado virgen que convierten a este destino, que asegura más de 300 días de sol al año, en uno de los favoritos para todos aquellos enamorados de la naturaleza y del turismo activo.